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Aceptar…Asumir…Dejar ir

Alberto J. Merlano A.

Este artículo nos enseña como ACEPTAR lo que no podemos cambiar o bien porque no es posible o porque el costo de hacerlo es muy alto, igualmente a ASUMIR nuestra responsabilidad por aquello que nos sucede, y por último
DEJAR IR lo que no podemos o no queremos modificar.

ACEPTAR, significa dejar de pelear con la vida, aceptando a las personas, las situaciones, las circunstancias y los hechos tal como se den, incluidas decisiones y acciones del pasado, lo malo, así como lo bueno

ASUMIR significa no culpar a nada ni a nadie, ni siquiera a nosotros mismos por las situaciones que nos correspondan vivir, por el resultado de las decisiones que libremente hemos tomado y por las emociones y sentimientos que experimentamos. Para ello hemos de comprender que si bien, no controlamos mucho de lo que nos sucede, si lo hacemos con la forma en que reaccionamos a ello. Cuando asumimos la responsabilidad por lo que nos acontece, dejamos de culpar a los demás y tomamos el control de nuestra propia existencia, abandonando la posición de víctimas.

DEJAR IR implica saber renunciar no aferrándonos a aquello que la razón nos dice es, en nuestras circunstancias, imposible o muy costoso de lograr. Sólo podemos dejar ir aquello que hemos bendecido. Al respecto podría ser útil recordar el hermoso pensamiento expresado por el poeta brasilero Machado de Assis: “La noche pasada, cuando tumbado dormía, soñé que una colmena moraba en mi corazón y que las abejas doradas hacían blancos panales y miel dulce de todos mis naufragios”.

ACEPTAR…ASUMIR…Y DEJAR IR estimula la capacidad de dar respuestas creativas a la vida, tal como es, en el aquí y en el ahora, es liberarse del pasado, dejarlo atrás, con el objeto de poder comenzar a experimentar la vida tal como es en presente, empezando entre otras cosas, a aceptarnos como somos con todo lo que consideramos nuestras imperfecciones.

Sin los fracasos de ayer no seríamos lo que somos hoy. Evaluar nuestras acciones pasadas a la luz de lo que somos en presente no es racional, pues si volviéramos atrás con el grado de consciencia e información que teníamos en ese momento, volveríamos a cometer los errores que hoy lamentamos. Esta es también la base del perdón: la convicción de que todo ser humano actúa dentro de las limitaciones de su nivel de evolución y de sus circunstancias.

¿Cómo saber cuándo es bueno luchar y cuándo aceptar? Una conocida oración atribuida a San Francisco de Asís, nos puede ayudar a decidir. En ella se pide a Dios fortaleza para cambiar lo que sea modificable, aceptación de lo que al cambio se resista y sabiduría para reconocer la diferencia.

Cooperemos con lo inevitable, ayudando a que sea lo que ha de ser. Al cerrarnos al cambio no podemos permanecer abiertos a la vida. El deseo de controlarlo es nuestro gran obstáculo hacia el logro de la felicidad.

Dejemos que la gente sea como es y viva la vida a su manera. No tratemos de hacer a los demás copias de nosotros mismos; basta con el original.

Una de las nobles verdades de Buda, tal vez la más conocida, es que las expectativas, los apegos, son la causa del sufrimiento. Otra dice que la forma de extinguir el sufrimiento es eliminarlos. Cuando dejamos de esperar que las cosas sean distintas a lo que son, comenzamos a transitar el sendero de la paz interior.  Si dejamos de luchar y de resistirnos a lo inevitable, viviremos plenamente el presente, permaneciendo abiertos a todas las opciones sin aferrarnos rígidamente a ninguna de ellas.

Siempre que enfrentemos cualquier evento recordemos: Este momento es como debe ser. Las cosas son como son, los juicios los elaboramos nosotros mismos. Bueno o malo son evaluaciones de la mente, sólo tenemos vida por vivir. Esto es así porque en la vida no parece haber premios ni castigos decretados por una entidad externa a nosotros mismos, sólo consecuencias de nuestros propios actos.

Busquemos explicaciones más que culpas, tratando de aprender de todo lo que nos pase, renunciando incluso a entender, si no nos es posible explicarnos por qué algo sucedió como sucedió. Todo lo que nos pase, bien aprovechado, trabaja en favor de nuestra auto-realización. En cada problema hay una oportunidad, que nos permite transformar cualquier circunstancia adversa, en algo positivo.  De nosotros depende esta alquimia.

Cuando nos encontremos sufriendo ante cualquier situación hagámonos esta pregunta, ¿Qué es lo que no estoy aceptando? Al planteárnosla encontraremos la causa del sufrimiento. Para Gerardo Schmedling, reputado maestro espiritual ya fallecido, aquello que no somos capaces de aceptar es la única causa del sufrimiento. Para él, si lográramos admitirla obtendríamos una liberación instantánea del dolor.

No hay nada que no se pueda aceptar, incluso la propia falta de aceptación. Ésta literalmente obra milagros pues el cambiar nuestra percepción de lo que vivimos modifica nuestras relaciones con nosotros mismos y con el entorno, propiciando nuestro propio cambio y el de los demás.

AFIRMACIONES: 

RENUNCIO a intentar cambiar a los demás y, en su lugar, trabajaré sobre mí mismo. RENUNCIO a luchar y a tratar de modificar el orden del UNIVERSO y sus procesos cuando no me corresponda hacerlo, y, sobre todo, a tratar de interferir con las experiencias de vida de las demás personas.

ASUMO el resultado de mis decisiones y de mis experiencias de vida. Sé que mis pensamientos y sentimientos los genero yo mismo y no lo que sucede a mi alrededor, y mucho menos lo que piense, digan, hagan, o dejen de hacer los demás. RENUNCIO a culpar a nada ni a nadie, incluyéndome a mí mismo, por lo que piense o sienta.

DEJO IR y bendigo el pasado, lo que evalué como malo y lo que evalué como bueno, sin él no sería lo que soy hoy. RENUNCIO a culparme por lo que volvería a hacer si regresara al pasado con el nivel de conciencia y conocimientos que tenía en aquel entonces. Me concentraré en el PRESENTE, pues el pasado es inmodificable y el futuro sólo existe en mi imaginación.

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Alberto Merlano. Administrador de Negocios de EAFIT. MBA Universidad del Valle. Consultor en Administración a Escala Humana con énfasis en Manejo de Conflictos desde el SER. Profesor de las Facultades de Administración de la Universidad de los Andes de Bogotá y de la Universidad del Norte de Barranquilla.